Thursday, August 11, 2011

Mami... QUIERO SER GRANDE...

 


Para mi, la niñez fue la etapa más feliz de mi vida. Sin embargo, cuando uno tiene de seis a doce años, no toma real conciencia de su condición, abarrotada de juegos, travesuras y felicidad plena. Como me decía hace muchos años un tío ya fallecido: ¡Quién tuviera tu edad y mi experiencia de vida! Es hermoso para un padre observar como nuestros hijos se alegran con las cosas más triviales e insignificantes, o como gozan jugando con sus amiguitos, mientras corretean y gritan desmesuradamente por el patio de la casa o en la orilla del rio o el mar. He observado muchas veces a la gente que continuamente transcurre por las calles y lo más frecuente es apreciar cientos de adultos mal humorados, y con cara de decepción. Plagados, seguramente de recuerdos y pensamientos que envenenan sus almas, y entonces he querido como nunca volver a ser una NINA. He visto también recorrer por las mismas calles a un buen número de pequeños, con cara de felicidad, despreocupados y asombrados con todo lo que ven y escuchan. Saltando de vez en vez, mientras los padres soportan sus travesuras, o preguntándoles inocentemente sobre ésto o aquello. También he pensado, confieso que pesimístamente, cuando miraba a los mismos niños que, en un futuro se convertirían en adultos y que, de seguro, perderían mucho de su inocencia, de su candidez y del disfrute de las cosas triviales que otorga la vida.En una oportunidad tuve la ocasión de ver una fotografía antigua donde se mostraba a un pequeño de mirada tierna que me cautivó; sólo fue después de saber de quien se trataba, que descubrí que ese mismo niño, era hoy recordado como un homicida brutal. Es por ésto que cuando veo a un pequeño, sólo quiero pensar en ese, su momento mágico; en la dulzura que irradia su mirada, y confirmo lo que hoy e idealizado: ¡Qué es maravilloso ser un niño! Aunque luego uno de tantos se acerqué y me diga: ¡quiero ser grande como usted!
Autora: Dalia Hernandez.

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