Llueve desde hace horas en Miami, mientras mis ojos se llenan de lagrimas, porque el recuerdo aflora a mi mente ya cansada y siento una gran nostalgia en mi corazon.
El golpeteo quedo de la lluvia en los cristales, la humedad y esa claridad velada filtrándose por entre las cortinas ha avivado añejas remembranzas, que nos regalamos como besos. Compartir recuerdos es como compartir tambien tuvida es una manera de entregarte y de amar
al menos se ama al lejano recuerdo
Entre sorbos de cafe, me asomé a una infancia lejana , triste y hermosaa la vez, En ella cacé cocuyos junto , corrí por entre sembrados de naranja, casi sentí el sabor de aquellas guayabas enormes devoradas junto a una retrajíla de primas malditas, que lo mismo le secuestraban el burro al vecino y se lanzaban al galope, tres sobre la pobre bestia asustada; que, mientras el abuelo roncaba su siesta, se fugaban del enorme y fresco caserón de madera para ir a dar quién sabe a cuál río.
Pero a la vez que recordaba, llegaba hasta mi el rico olor de aquellos mangos del abuelo, enormes y dulces como la infancia que tube, y me sentia llena al solopensar en el hartazgo que cada fin de semana se daban al ir a visitar la finca, fui asomándome por una hendija de mis propios recuerdos cuando apenas era yo una niña temerosa. que corría libre por los campos y devoraba mangos hasta terminar teñida de la cabeza a los pies por la anaranjada pulpa; yo a mi temprana edad me vi cierta tarde de mi niñez retada y derrotada por un mango.
La mamá de una amiguita a quien había ido a visitar, ya recién bañada y con la bata almidonada hasta la asfixia, me había brindado un mango como merienda. “Ya está lavadito”, me dijo invitándome a probarlo. Yo, tan educadita y bien peinada, solo atinaba a sonreír con una cortesía plástica que seguro parecía mueca, y a sostener entre mis manos la enorme y madura fruta, como quien flota a la deriva, agarrado hasta amoratársele la mano, del último tablón del bote.
“Cómelo mi’jita, está bien lavado y dulce como miel” me insistía la mamá sin percatarse de cómo se me iban llenando los ojos de lágrimas. Nunca había pelado un mango ni sabía cómo se comía aquello, que siempre había visto hecho lascas sobre platicos y entre tenedores.porque en casa de mi madre , Fefita y paulina se sentian princesas y a la hora de comer aquella deliciosa fruta , era todo un ritual, olvidando la procedencia de ambas, aquello era desquiciante para mi que estaba acostumbrada a ser Autenticamente ...Dalia
Casi se me volvieron a humedecer los ojos al evocar aquel frustrante episodio, y deseando, ya sin remedio, esa otra infancia de carreras y cielo abierto. Justo al borde mi lágrima, empezó a llover más fuerte y los goterones a sonar fuerte contra los cristales. Quizás la ciudad atardecida había decidido compartir mi pena por aquella niña huérfana de cocuyos y mangos que le ensuciaran el vestido.
Cualquier tiempo pasado es mejor que el presente, decia mi querida abuelita Catalina la cual tambien a venido ahora a mi memoria dentro de este recuento tan lleno de nostalgias y bellos recuerdos
Que no daria por regresar a esa infancia llena de anecdotas, aventuras y pillerias, donde los dulces y mangos son protagonistas y cronica obligada imborrable de todo cubano
Recuerdo el “chicle” que haciamos con la “lechita” del zapote y para darle sabor le agregabamos pasta dental hasta que se desaparecia de nuestro paladar.
La “naranjita” aquel dulce muy frecuente en la merienda escolar y el “son”, exquisito refresco consumido a mitad de clases en el receso
.Los tira-piedras, los papalotes
Disfrutabamos de los aguaceros y un silbato natural nos advertia que entraramos si comenzaba a “tronar”.Muchos arrastrabamos un perro sato, por lo regular llamado “campeon”, que nos llevaba y nos esperaba afuera de la escuela.
El horario de aventuras era desde que amanecia hasta que dormiamos todo era inocencia y diversion
.Y siempre el mango, el responsable maximo de tener el cuerpo pegajoso y los dientes llenos de molestos pelos.
Solo me falta en este instante que se inicie un buen aguaceroal estilo Cuba, con truenos y relampagos , asi me rendire al finalizar el dia recordando y agradeciendo al pasado y un masaje necesario a la memoria.
Autora:Hilda Portilla.
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